lunes, 30 de noviembre de 2009

Sobre los fallidos culebrones

Harto conocido es el momento de la novela en que el galán se confunde y, en medio del beso o del acto amoroso, llama a "la otra" en vez de a la que -en ese mismísimo momento- está compartiendo su existencia con él.

Nunca me pasó, por suerte. Pero... ¿qué hacés si tu novio te llama por el nombre de su ex en medio de una pelea? Sísí, lo que leés. ¡Yo creo que es infinitamente peor!

O sea (opción 1): si mi cara de bruja te hace acordar a la cara de bruja de la anterior ¡nada bueno puede andar rondando por tu cabeza a la hora de "elegir"!

Opción 2: flaco, estás tan hasta las pelotas con el duelo no resuelto de tu ex...

Opción 3: sos un místico y seguís honrando a la bruja inicial; en su memoria, cada vez que aparece nueva bruja, es ritual decir al menos una vez su nombre (en apariencia de fallido pa disimular el rito, ¿vio?)

Una vez un profesor de audio me dijo que lo que nuestra percepción mejor retiene es lo que sucede al principio y al final. Que con lo del medio no pasa mucha naranja. Y quizá por eso meto en el medio a esa opción 2 que me está hinchando las emociones...

jueves, 26 de noviembre de 2009

Sobre cómo enfrentar la realidad

Había nacido para hacer. Lo supo el día en que conoció al gigante de marfil. Él le sonrió, y ella vio sus dientes blancos y quiso tocarlos. Al principio toda ella era ansiedad, pero poco a poco fue descubriendo que todo su placer estaba bajo la yema de los dedos.
Su primer gran descubrimiento fue el eco, el retorno de lo que tocaba que volvía a acariciarla más suave, más sutil, en un susurro encerrado que sólo era para ella y para nadie más.
Entonces pasó lo que debía: entendió que su vínculo no debía estar mediado por nada, que había un mundo por temer, y que tenía que estar atenta a disfrutar lo que lo efímero le daba. Y no pensar más.
Recurrió a la maestra de los maestros y miró sus manos. Eran blancas y fuertes. Eran firmes. Eran plásticas. Y en un momento que sólo se adquiere por la más profunda de las admiraciones, se sintió morir de amor.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El cuco

Cuando luchaba contra el cuco, para que sea de igual a igual, Adriana se volvía un monstruito. Una cosa verde y pegajosa que iba transformándose en lo que hoy es: un minotauro bestial.

Tantas batallas contra ese cuco, y Adriana ya perdía su color verde y ya era rojo.

Hoy, contener el derrame; pero la historia siempre marcó que las debacles son tan inminentes como inexorables.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Exámen

De chica iba a clases de piano e inglés. Siempre recuerdo los nervios, el-nudo-en-la-panza a la hora del examen oral o el concierto público. También recuerdo que con el tiempo aprendí, me endurecí; y ya no temblaba a la hora de comenzar a tocar.
Con los nervios superados se fue también el placer. Es un viaje sin retorno éste de construir la muralla china.
Y por eso andamos hoy buscando terapias freudianas que nos revuelvan el estómago hasta lo más recóndito. Por eso buscamos llorar para mejor. Porque queremos volver a reír. Y nos encontramos dentro de una cárcel creada para no llorar.
El gran premio consiste en sentirme Atenea. Y el de mi hombre en ser un sobreviviente dionisíaco, aunque desde que me conoció dice sentirse Ares.
Busco el amor sin ganas de conocerlo. No le temo. Simplemente perdí la costumbre.